De la estética a la narrativa archivística de la Historia

Tina Modotti

Roberto Barajas

En algún apartado rincón del universo centellante,
desparramado en innumerables sistemas solares,
hubo una vez un astro en el que animales inteligentes
inventaron el conocimiento. Fue el minuto más altanero y falaz
de la Historia Universal: pero, a fin de cuentas, sólo un minuto.
Tras breves respiraciones de la naturaleza, el astro se heló
y los animales inteligentes hubieron de perecer.
Alguien podría inventar una fábula semejante pero, con todo,
no habría ilustrado suficientemente cuán lastimoso, cuán sombrío y caduco,
cuán estéril y arbitrario es el estado en el que se presenta
el intelecto humano dentro de la naturaleza.

F. Nietzsche

Entre las tesis generales, acentúa el filósofo francés Michel De Certeau, sustentadas en experiencias particulares y la lectura particular de esas tesis generales, se manifiesta el sentido de la historicidad. Antes de ser un objeto de discursos, la historia engloba y sitúa el análisis. Éste es el presupuesto insuperable del análisis histórico. Toda teoría de la historia está en relación directa con un laberinto de coyunturas y de relaciones que no domina. Es una “literatura” dominada por el tema que trata.

Un lugar fuera de la historia, presentada recientemente en el Museo Tamayo de la Ciudad de México, forma parte de Microhistorias y macromundos, una serie de muestras iniciada en abril de este año y que continuará hasta el 2012. De esta serie se desprenden dos exposiciones individuales anteriores: Joachim Koester Del jardín secreto del sueño y Adrià Julià Indicaciones para otro lugar, exhibidas durante la primavera y verano.

Melvin Moti: No ShowMelvin Moti, No Show. 2004. Película de 16 mm transferida a DVD. Cortesía del artista.

La colectiva integrada por obra de Francis Alÿs, Olivier Debroise, Harun Farocki, Jill Magid, Domingo Malagón Alea, Han van Meegeren, Tina Modotti, Melvin Moti, Museum of American Art (MoAA), Simon Starling, Hito Steyerl y Nedko Solakov, se estructura a partir de una serie de narrativas mediante las cuales las identidades falsas, las agendas secretas, las versiones oficiales y las verdades a medias han jugado un papel activo en la definición de determinados momentos históricos y movimientos políticos. Al evidenciar una serie de acontecimientos y divergencias ideológica, la colectiva explorara, de forma creativa, las relaciones entre lo histórico y lo contemporáneo. Con particular atención a datos históricos, antecedentes archivísticos y fechas representativas de la Historia universal, la finalidad es ubicar al visitante en la práctica de artistas que trabajan con la información que ha suscitado y afectado los discursos artísticos y políticos, mediante los archivos generados y su valor estético como documento.

Un lugar fuera de la historia dialoga con categorías que registran el discurso de lo histórico, la ficción y el arte en diálogo con los conceptos de identidad, autoría, autenticidad, falsificación y desfases en prácticas artísticas y actividad política, como herramienta de resistencia.

Con la incursión de fotografía, dibujo, collage, video, documentos, publicaciones, pintura y escultura se sitúa este diálogo, lugar donde conviven relatos sobre identidades falsas, agendas secretas, versiones falsas o verdades a medias. Así, el quehacer artístico se presenta como el medio para representar el activismo político o ideologías que conviven entre la delgada línea de lo ficticio y lo real, paralelo a versiones oficiales. Y desde la cual emerge una dialéctica entre las formas históricas y los medios contemporáneos de representación como narrativas historicistas y discursivas sobre sí misma.

Un comentario crítico y eficaz al historicismo se adjudica al jesuita Michel De Certeau, al argumentar la posibilidad de pronunciar la historia mediante narrativas literarias. De Certeau mantiene un comentario incómodo con el psicoanálisis freudiano, provocado por su afán de mostrar cómo suele presentarse el discurso histórico a manera de ficciones literarias, presentando al psicoanálisis como una narrativa novelesca de la condición humana.

La conversión psicoanalítica es una conversión a la “literatura”, asevera el autor de La escritura de la historia. En Historia y psicoanálisis. Entre ciencia y ficción, De Certeau discute sobre la eficacia de la literatura para contar sucesos históricos o, al menos, desde el ámbito propiamente literario.

La literatura es el discurso teórico de los procesos históricos. Ella crea el no-lugar en donde las operaciones reales de una sociedad acceden a una formalización. Lejos de considerar a la literatura como la “expresión” de un referente, es necesario reconocerla como análoga a lo que las matemáticas, por largo tiempo, han sido para las ciencias exactas: un discurso “lógico” de la historia, la ficción que la vuelve pensable.

En la muestra, Epilogue y Prologue, ambas piezas del 2009, de la artista Jill Magid, ejemplifican la hipótesis anterior al exhibir un prólogo y un epílogo, resultado de su ardua investigación, luego de ser invitada por el Servicio de Seguridad e Inteligencia de los Países Bajos para realizar una obra de arte, a partir de una serie de entrevistas realizadas por ella misma, a miembros del Servicio secreto holandés, con la finalidad de instaurar un rostro humano a su institución. El trabajo de tres años de investigación y entrevistas (manteniendo el anonimato de los entrevistados, inclusive para la propia artista) dio como resultado la novela Becoming Tarden. Obra que más tarde fuera censurada hasta un 40 por ciento de su contenido, porque el Servicio Secreto consideró que la identidad de sus agentes quedaba al descubierto. Luego de negociaciones y bajo la condición de que el manuscrito original fuera confiscado por completo, éste se exhibió por única ocasión en la Tate Modern de Londres en una vitrina. De todo el trabajo, la artista radicada actualmente en Nueva York, sólo conserva el epílogo y el prólogo, actualmente en exhibición.

Sobre la importancia del método literario para historizar la retórica y reintroducirla al campo de la ciencia, el texto despliega una suerte de organización como ficción teórica. Quítale al autor de un estudio histórico su título de profesor y sólo queda un novelist, dice De Certeau.

Igualmente inquietante resulta la serie de documentos pertenecientes al archivo de Olivier Debroise, al exponer datos con bases históricas confirmadas, por un lado, pero únicamente desarrolladas en la documentación literaria y cobijada por el entorno de la ficción.

El fragmento de texto, 16 fotografías y 3 tarjetas postales (otro caso dentro de la historia del arte y en esta muestra en particular donde el documento deja de ser sólo objeto clasificado, para convertirse en obra de arte) narran la historia mítica de Leonard Bashazeidel, quien aparece una sola vez en la literatura, en torno al caso Julio Antonio Mella, líder cubano asesinado en México el 10 de enero de 1929. Las investigaciones arrojan que el apellido Bashazeidel no aparece en los directorios telefónicos de los países germánicos ni en los anales de comunidades judías de Europa oriental. Por lo que se piensa que el nombre aparecido en el acta de defunción del atleta, y que meses antes a su muerte había intentado invadir Cuba con una docena de partisanos, es el alias de algún testigo que prefirió mantenerse en el anonimato. La importancia de este acontecimiento se muestra en el fragmento de la nota publicada en el periódico Excélsior por el reportero José Romero, quien hace mención a su nombre con un error tipográfico. Refiriéndose al testigo invisible como Baskazeidel.

La invisibilidad y la incertidumbre que invalidan la certeza dan origen a las ficciones teóricas, por la incursión de personajes que fundan una narrativa en la historia por el simple hecho de atestiguar un acontecimiento documentado y que instaura un giro insospechado de la Historia a la ficción, finalmente como literatura.  

Una serie fotográfica y documentación periodística ubicadas al inicio de la muestra prestan atención a la figura de la fotógrafa y activista política Tina Modotti. Debido a su incursión como agente del Partido comunista y su vinculación con el asesinato de Julio Antonio Mella, fundador del Partido Comunista cubano, la mayoría de la información sobre su vida se fundan a partir del intercambio de cartas encontradas, fotografías, notas periodísticas o declaraciones que se han podido recopilar, siempre con la particularidad de la conveniencias e intereses del porta voz. Como es el caso de Vittorio Vidali, última pareja de Modotti cuando radicaban en México y militante en agencias del Partido Comunista soviético. La fotografía y la incertidumbre nuevamente obligan a la historiografía a hilar fragmentos y ahondar en la especulación posible para atar cabos y rendir cuentas sobre la vida de un personaje multifacético y reconocido como Modotti. 

El archivo busca lo que no sabe, razón por la cual el documento se instaura como síntoma.

Hito Steyerl : NovemberHito Steyerl, November (still). 2004. DVD. Licencia Creative Commons. Cortesía de la artista.

Los fantasmas del archivo, nombrados así por el filósofo de la deconstrucción Jacques Derrida, emergen al presente como una reacción que nos anuncia de qué manera las huellas del pasado encontradas en el tiempo dan origen a la revolución como entidad política. El porvenir en la naturaleza del archivo que encuentra estas huellas en la reclusión del olvido, incita el surgimiento del fantasma, inscribiéndolo como revolución y promesa de memoria, al hacer emerger los espectros de la historia. Momento fundamental en donde estos fantasmas vuelven para hablarnos sobre dos posibles momentos de la historia, el pasado o el futuro.
La actividad artística comprometida con las narrativas históricas, sean cuales sean sus pretensiones políticas, sociales o ideológicas, cumplen con sacar a la luz información y personajes espectrales de la Historia, aparentemente sin cabida o ubicación, pero siempre con la promesa de memoria. Iluminan y definen momentos y contextos de acuerdo a su evidencia y desnudan la acción de archivar como un compromiso instituido para engendrar olvidos. Olvidos clasificados y resguardados para ser lanzados al silencio absoluto de su clandestinidad. Las condiciones creadas por la ley para evitar que el fantasma emerja y fomente un desajuste en los estatutos del poder y las normas que rigen el control de su memoria, es lo que Derrida llama Mal de archivo.

Como muestra de esta generación de olvidos, Top Secret, del artista Nedko Solakov narra su experiencia y colaboración con la Policía secreta de Bulgaria, a través de un video y un fichero con tarjetas que contienen datos, fechas y pequeños objetos.
La obra creada entre 1989 y 1990 suscito controversia al aparecer en el periodo de cambios políticos al régimen comunista, instaurado durante varios años. En una Bulgaria donde después de más de 20 años de movimientos políticos, los archivos oficiales siguen sellados y no hay manera de acceder a los referentes oficiales en este periodo. Por lo que el valor histórico de esta pieza resulta ser primordial y privilegiado.

Simon Starling: Project for a MasqueradeSimon Starling. Project for a Masquerade / Hiroshima. 2010. Collage, 57 x 76.5 cm.
Cortesía del artista y de The Modern Institute / Toby Webster Ltd.

Destinación, traslado, ubicación y la residencia de la obra de arte, son puntos sobre los que reflexiona la obra de Francis Alÿs al narrar el rumbo que un bordado de Alighiero Boetti habría de pasar hasta llegar a Chechenia, en un gesto que recurre al valor simbólico, al buscarle un lugar adecuado a la obra, atendiendo a su geografía y memoria histórica.

La presencia desde la ausencia en No Show, película en 16mm del holandés Melvin  Moti, alude a una poética de la invisibilidad y la proeza de una posible memoria que se registra desde el vació como documento y la presencia como lugar y pasado recuperado.
La película recrea, especulativamente, la visita guiada de un empleado del Museo del Hermitage a los soldados soviéticos, por las galerías vacías del recinto. Reconocimiento simbólico por haber ayudado a remover las obras más importantes del museo, durante la década de 1940, donde yacían sólo los marcos colgados en los muros. El simbolismo de esta actividad sólo puede registrarse por la significativa fuerza de la inmaterialidad como fantasma, vislumbrado en la ausencia material del archivo, referido como espectro de la historia.

La falsa identidad, falsificadores y obras de arte presentadas como documento entran en discusión al reflexionar sobre la autoría y la autenticidad, desde las cuales se presenta la otra cara de la historia y el acontecimiento como evidencia.

Tina Modotti : Jóvenes pioneros de la URSSTina Modotti. Jóvenes pioneros de la URSS. ca. 1930. CONACULTA. INAH. SINAFO. FN. MÉXICO.

En 1945 Han van Meegeren fue acusado de saquear el patrimonio cultural holandés para beneficiar a los nazis. Luego de encontrar en propiedad de un alto funcionario del ejército nazi la obra Cristo y la mujer adúltera atribuida al pintor Johannes Vermeer y de considerar la posibilidad de ser condenado a la pena de muerte por esta actividad, Meegeren confiesa que se dedicaba a la falsificación de obras de arte. El testimonio lo absolvió de la pena de muerte, una vez que probó su responsabilidad como falsificador, cambiando entonces el curso de su juicio y ser acusado de falsificación y fraude.
Si bien Meegeren no había sido capaz de trascender como artista con su propia obra, sí lograría colocarse en la historia del arte como un artista con habilidades inusuales como pintor. Capaz de reproducir obras maestras de grandes artistas, como lo demostró al imitar el estilo de Vermeer durante el proceso de su juicio y otros maestros de la pintura holandesa del siglo XVII. 

Otro caso similar sobre la incursión de la falsificación, ahora de documentos oficiales, es el caso de Domingo Malagón Alea. Al convertir su trabajo de falsificación en todo un arte. Malagón falsificaba los documentos de identidad para españoles a favor de la causa comunista durante el periodo de gobierno de Francisco Franco, permitiéndoles viajar y desplazarse sin ser identificados. Al pasar por el anonimato y crear nuevas identidades para sus conocidos, el artista solía trabajaba en un departamento ubicado en Paris. Sus habilidades como pintor le permitieron fomentar la práctica a favor de una causa política que consideraba importante defender, buscando derrocar al dictador español y poder volver a  España para pintar. Su participación en esta muestra incluye algunos de los documentos, presentados en vitrinas como obras de arte, junto a algunas pinturas de paisajes. Lo curioso o quizá paradójico en esta actividad es la importancia de su quehacer y la habilidad artística de este pintor al crear auténticas obras de arte que, al final, funcionaban no como obras sino como documento oficial de identidad.
  
El caso de Han van Meegeren, de Domingo Malagón Alea, el video de Melvin Moti y el fichero de Nedko Solakov son quizá las obras que mejor funcionan en conjunto dentro de la muestra. Así como la alusión interpretativa a la Historia, partiendo de esquemas literarios que nos remiten a los intentos de una documentación, casi mítica, en la obra de Debroise y el prólogo-epílogo de Jill Magid, por el contexto histórico que representan y la sutileza de su exhibición. 

Lo relativamente complejo de distinguir en una colectiva de este tipo con artistas de reconocida trayectoria y piezas acertadas, de acuerdo al contexto curatorial, es que esto suele cegarnos para mirar dos pasos a distancia de la exposición y ver su impacto en conjunto. Por lo que las obras terminan destacando como entes individuales en diálogo discreto con algunas otras, sin que la unidad que debería ser, quizá más evidente, se denote de manera tan formal.   
En las obras que se refieren al archivo histórico del Museum of American Art (MoAA), mostrado en un monitor, o la imagen enmarcada de una escultura, intervenida por una plaga de mejillones cebra, que cuenta la historia del artista británico Henry Moore y el impulso que el historiador de arte y espía inglés Anthony Blunt le diera a su obra al introducirla a Toronto, resultan menos impactantes frente a las anteriores, aunque no por ello menos importantes.

Ambas cumplen con el requisito conceptual de la exposición; narrar a través de un registro, como muestra anecdótica del impulso activista-político y su posterior instauración como archivo en la historia. La unidad curatorial es clara y se vislumbra en su análisis teórico con un inteligente comentario al historicismo a partir del concepto de Archivo; aunque algunas piezas reduzcan su impacto ante la presencia incisiva de otras con mejor solución museística.

Las obras más que conjunto curado para exhibir un comentario sobre la Historia, ofrece varios por lo que, al final, no deja de aparecer la incómoda impresión de que la exposición se justifica con mayor fuerza desde un parámetro contextualizado por obra.

Van Meegeren

Van Meegeren durante su juicio el 1 de octubre de 1947, demostrando que era capaz de realizar un Vermeer
Cortesía George Rodger / TIME & LIFE Images / Getty Images México.

Thomas Kuhn en su texto ¿Qué son las Revoluciones científicas? y otros ensayos explora los esquemas analíticos útiles para legitimar o refutar las teorías científicas. Conceptos como la conmensurabilidad, la contrastación y la refutación adquieren una importancia fundamental en terrenos de filosofía de la ciencia. Mientras, por otro lado, la escritura, como discurso teórico, funda, con el consentimiento de la institución, la manera como se inscribe la historia de la Historia en sus archivos.
Como ya lo habría mencionado De Certeau, no hay historicidad sin novela y la escritura sirve como discurso para elaborar las teorías con base a las estrategias elaboradas por las ciencias exactas. Lo que nos lleva a la formación de las llamadas “ficciones teóricas” sobre la Historia como eje central del discurso historicista. Sólo posterior a este proceso el archivo y sus espectros emergen al presente.

Ante los matices que traducen esa necesidad por conservar la memoria de lo acontecido, se delata una urgencia por definir el camino presente, a partir del pasado, para poder dar un testimonio lo más atinado posible sobre quiénes somos, de dónde venimos y a dónde parece dirigirnos la historia. Quizá esta sea la razón por la cual yace en nuestra mente la necesidad por retener el tiempo como memoria, con la creación de archivos que ayuden a clasificar u ordenar la historia como un ejercicio para rellenar los huecos existentes en ella, clausurarlos con el olvido o simplemente desaparecerlos.

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Fecha de publicación: 27.10.2010