Por Gabriela Galindo
Huella y Repetición son dos condiciones que ocurren dentro del proceso de la memoria. Para recordar hay que repetir, eso lo sabemos desde que somos niños; escuchamos cientos de veces la misma canción, leímos cientos de veces el mismo cuento, hasta que lo recitamos sin pensar, y aquellas tonadillas dejaron una huella imborrable que permanecen en nosotros hasta que somos viejos.
Huella y Repetición e [inversión] es el título de la muestra colectiva de gráfica, con la curaduría de Joan Peiró, que se presenta en el Museo de la Estampa de la Ciudad de México y reúne el trabajo de diez jóvenes artistas mexicanos. La gráfica, muchas veces relegada, pero siempre indispensable y presente, es una técnica que en su esencia misma contiene el concepto de repetición como sustento. Estampas que se imprimen y reimprimen, que parecen iguales pero cada una contiene pequeñas diferencias que las hacen únicas. Al igual que las huellas que dejan unas pisadas en la arena, van marcando un camino hacia el destino del recuerdo. La huella, nos dice Derrida en su ensayo De la Gramatología, es la diferencia que abre el aparecer y la significación es el origen de toda repetición.
La huella es la evidencia de algo que es próximo, cercano, aún cuando ya esté lejos aquel que la dejó. Esta proximidad nos permite entrar en contacto con el semejante, con ese prójimo-próximo que nos refleja y revela nuestra propia existencia. Dentro de esta relación Yo-Otro las huellas de Mónica Contreras nos revelan el misterioso mundo de lo más íntimo, lo más privado de su cuerpo. Utilizando arena, polvo y yeso, dejó plasmado el paisaje de su vagina, como si fuera una maqueta de un desierto, plagado de curvas, dunas y caminos sinuosos. Utiliza la topografía su propio cuerpo y lo deja revelado, repitiendo el proceso en tres ocasiones, en su forma invertida. La inversión, lo negativo, concepto encerrado entre corchetes en el título de la exposición, es también parte fundamental del proceso gráfico; cuando se trabaja con la técnica del grabado, hay que pensar, dibujar y trabajar en negativo, para que al momento de estampar la imagen, resulte en lo opuesto. Pero Mónica Contreras nos deja ver solamente el negativo, es una obra donde, el positivo sólo existirá en nuestra imaginación.
En el mismo camino del cuerpo, pero revelado de manera muy diferente, encontramos el video de Laura Valencia. Se trata de una proyección de su espalda, casi inmóvil, en la que apenas se logra ver una marca efímera que está grabada en su piel. Una especie de sello, como si fuera un ex-libris estampado en la epidermis de su espalda. Aquí no hay repetición, es una marca única, una huella que apenas se ve, y apenas se mueve, gracias al armónico ir y venir del movimiento provocado por la respiración.
Repetimos para recordar, y el recuerdo se convierte en nuestra mente en una especie de material reciclable que lo utilizaremos una y otra vez. Reciclamos los recuerdos para convertirlos en la memoria de nuestra vida. El trabajo de Jaime Ruiz Otis, se origina justo en esta idea de reciclar la memoria. Desde muy joven viviendo en Tecate, ciudad en la que predominan grandes maquiladoras, recolectaba materiales metálicos de deshecho, para transformarlos en placas y bases para impresión. El resultado, son imágenes con geometrías tan armónicas como caóticas, que representan sutiles abstracciones del movimiento generado por los engranes, palancas y tornillos que intervienen en los procesos mecánicos.
Y así como Ruiz Otis recicla metales encontrados, en nuestra mente reciclamos los recuerdos para transformarlos en aquello que llamamos experiencia. Con el tiempo, los recuerdos cambian, se moldean y van adquiriendo notas distintas, tonalidades diferentes, de modo que un recuerdo que un día fue doloroso, con el tiempo ya no duele, o de modo contrario lo que nos hizo felices, años después nos llena de nostalgia y melancolía. Los recuerdos van dejando huellas, pequeñas grietas o marcas en el alma que, con frecuencia, duelen. Esto es lo que hizo Darío Ramírez –otro reciclador– en las paredes del Museo. Ramírez “marcó” el espacio, dejando las huellas en negativo de siluetas obtenidas de empaques de distintos productos recolectados de la basura, tales como jugos, cereales y dulces. A manera de cenefa, Darío Ramírez arrancó la pintura de la pared, produciendo un efecto contradictoriamente decorativo, es una cenefa herida, una pared dolida.
Repetir es volver a hacer lo ya hecho, es insistir, reincidir. La gráfica es el arte de la reincidencia, es la obsesión de hacer una y otra vez lo mismo y cada repetición será distinta. Ernesto Alva trabaja con esta idea en su obra Diferencia y repetición, compuesta por tres series de siete y una de catorce cuadros, de una misma imagen que se va transformando lentamente, del blanco al negro y de regreso al blanco; con formas informes, como células que surgen de la nada, se reproducen y se extinguen de nuevo en el vacío. Y pienso de nuevo en la memoria, sus cuadros parecen como un recuerdo que surge de pronto, se revela, crece, nos invade, para luego desvanecerse, y terminar en el olvido.
Es común también de los recuerdos, el que se nos presenten llenos de códigos y símbolos que debemos aprender a descifrar. Interpretamos los recuerdos de manera similar a como interpretamos una obra de arte. La interpretación de una obra es una búsqueda a un entendimiento o apreciación de la misma, se trata de encontrar su 'sentido real', o la significación que dicha pieza tiene para nosotros. Una obra de arte, por lo general no representa directamente el contenido real, necesitamos de un trabajo interpretativo, necesitamos hacer una lectura de la imagen, que nos permita encontrar lo relevante de la obra, ya sea por el color, la forma, la textura o el formato. En esta línea, una de las obras que destaca por su formato es la pieza de José Porras, quién presenta tres esculturas triangulares sobre una base de cobre, hechas de sal prensada, en las que imprimió tres palabras: Profundo, Destello, Súbito. La sal comprimida en estos bloques produce una sensación de fragilidad, como si un respiro las fuese a desbaratar súbitamente. Porras nos deja en libertad de interpretar, jugando ya no sólo con la forma, sino utilizando tres palabras que pueden ser ordenadas indistintamente, creando ideas diferentes: un súbito destello profundo, un profundo súbito que destella, un destello que de súbito es profundo...
Parafraseando a Ortega y Gasset, al referirse al trabajo de traducción de una obra literaria, decía que la traducción nunca era la obra tal cual, sino un medio para llegar a ella; del mismo modo, al ver una obra gráfica, como espectador, nos enfrentamos no a la obra, sino a un camino hacia la obra. En cierto modo podríamos decir que la interpretación es una forma de intervenir la propia obra, como un proceso de construcción o alteración del objeto. Es decir, el objeto de mi interpretación es en esencia algo creado o alterado por la interpretación, en lugar de ser algo independiente que existe por sí mismo, sin modificación posible.
Similar a este proceso es el trabajo de Nuria Montiel, quien utiliza imágenes tomadas de textiles clásicos mexicanos y los combina con palabras, formando un panel enorme de colores. Montiel crea una urdimbre plana, susceptible de ser reinterpretada desde ámbitos que podrían estar fuera del arte, abarcando incluso una dimensión política y social. Ana Santos también sigue un camino de reinterpretación, utilizando símbolos claros del poder económico, mezclados con figuras que nos remiten a la mitología bíblica. Con la forma triangular que se utiliza típicamente para representar a la Trinidad Divina, Santos coloca, a manera de monedas, imágenes sobre fondos en oro, plata y cobre de los nuevos representantes del poder contemporáneo, presidentes, próceres y constituyentes, repetidos en órdenes distintos, para recordarnos que el poder, ya no es divino, y está siempre en manos de aquellos que poseen las riquezas.
Al final de la exhibición encontramos las obras de dos artistas que comparten el interés por el arte callejero, el cartel y la estampa popular. Por un lado, Mazatl presenta una serie de xilografías con imágenes de animales que, en principio, parecen la colección de una zoología fantástica, pero al momento que uno se detiene en cada una de las estampas, son la representación de animales en peligro de extinción o ya extintos. Con estas mismas imágenes, impresas repetidamente en papel revolución (conocido como papel periódico), tapizó toda la pared conjunta, formando un gran mosaico monocromático. De manera similar, el otro artista, quien se hace llamar Stinkfish (algo así como pescado apestoso), tapizó la pared contigua con la imagen repetida de una fotografía que tomó del documental de la Pasta Colombia del médico Alfonso Esguerra (1897 – 1944), la cual intervino con motivos que asemejarían los decorados faciales que se hacen en algunas comunidades indígenas.
Es poco frecuente encontrar exposiciones de gráfica de este calibre, por ello, HR- merece ser visitada, y recordada.
HR- permanecerá abierta hasta el 5 de marzo en el Museo de la Estampa, que está localizado en Av. Hidalgo núm. 39, en la Plaza de la Santa Veracruz, en el Centro Histórico de la Ciudad de México.
___________________________________
Fotografías : Cortesía de Joan Peiró
Fecha de publicación: 13 de febrero, 2017