Godard, o de cómo se convirtió un cineasta en videoartista

Replica21

Gabriela Galindo

“If you can understand what I'm saying, you're not paying attention.”
Olga Brodsky

A sus ya casi 75 años de edad Jean-Luc Godard sigue dando lecciones de cómo hacer y escribir una película. Su más reciente filme Notre Musique (Nuestra Música) nos envuelve una vez más en un mundo de metáforas, alegorías y poesía.

La película es una secuencia de breves momentos que forman una unidad. Hay que esforzarse para encontrar el hilo narrativo y no confundir la historia central de las anécdotas que surgen y desaparecen a lo largo de la película. Algunas de las secuencias podrían ser vistas casi como un clip o un video digno de cualquier muestra de videoarte de un joven vanguardista y atrevido.

La película comienza en el reino del Infierno con una brutal secuencia de imágenes irregulares, algunas irreconocibles, pero todas violentas. Nos introduce en el ánimo de la muerte con una breve frase: “La muerte puede ser vista de dos formas: como lo posible de lo imposible, o bien, como lo imposible de lo posible”. Guerra, dolor, llanto, niños mutilados, tanques, explosiones, fusilamientos, ejecuciones, campos devastados, ciudades destruidas. Violencia pura de todas clases, en todas las épocas, a color, en blanco y negro.

En unos cuantos minutos Godard recorre una historia de muertes inclementes, una imagen sórdida de lo que ha sido capaz de hacer el ser humano en contra de su misma humanidad. Acompañadas de fragmentos musicales extraordinariamente bien seleccionados, nos hace vivir un auténtico infierno durante 10 larguísimos minutos, sin palabras, sin explicaciones, puro infierno.

Luego viene el Purgatorio, casi aliviados nos econtramos en la ciudad de Sarajevo. Ciudad devastada por la guerra, la capital de Bosnia Herzegovina, se nos presenta como la alegoría de un mártir. Entre la culpa y el perdón, el símbólico puente de Mostar (obra de la arquitectura islámica, destruido durante la guerra y reconstruido recientemente) corona un encuentro de escritores que se reúnen para debatir sobre política, arte y literatura. Con la aparición de los mismos poetas y escritores como Goytisolo, Mahmud Darwich y Godard mismo, los textos nos conducen a un estado de reflexión por momentos denso y complejo.

Olga Brodsky es uno de los personajes que nos guiará por las calles de la ciudad y nos hará conversar con los escritores. Olga ama la vida, pero no teme morir. Esta joven judía, francesa de nacimiento e israelita por elección; se ha impuesto como tarea buscar respuestas con respecto al conflicto entre la Patria que ha elegido y Palestina, con la esperanza de que Sarajevo será el lugar donde podrá encontrar la armonía de los pueblos. Mientras ella discute con notables personajes, el mismo Godard aparece dando una lección a unos estudiantes. Con un juego inaudito de cámaras nos va mostrando imágenes, fotografías de pueblos, de gente, de culturas. Imágenes que nos conducen a reflexionar en que, al final de la historia, parecen ser mucho más notables las diferencias que existen entre los pueblos del mundo, que sus similitudes. En cierto punto de la lección Godard dice que en 1948 cuando los judíos caminaron por en medio de las aguas para llegar a la Tierra Prometida, los Palestinos tuvieron que caminar hacia las aguas. Y es así como los judíos pasaron a ser sujetos de la ficción, mientras los palestinos se convertían en materia de documentales.

Olga nos recuerda con dolor el sentimiento de culpa que se mantiene latente entre los pueblos: alemanes y judíos, judíos y palestinos, europa y medio oriente. Ella es el ejemplo vivo del resultado de la cultura del miedo:“Un sobreviviente no solamente cambia, se convierte en otra persona”. Olga es asesinada, casi de forma irónica, por un grupo de policías israelíes que, creyendo que es una terrorista que está a punto de hacerse explotar, la ejecutan a balazos. Al recuperar el bolso que traía consigo, donde deberían haber encontrado los explosivos, había sólo libros.

El Purgatorio es el espacio filosófico donde Godard presentará los estatutos fundamentales de su alegoría contra la guerra. Goytisolo lo manifiesta con vehemencia declarando: “matar a un hombre para defender una idea, no es defender una idea, es matar a un hombre”.

Notre Musique tiene algunos momentos de sarcasmo sutil entremezclados dentro del ritmo poético que la mantiene. Hay una escena donde están mostrando fotografías de ciudades devastadas y destruidas por la guerra: Hiroshima, Vietnam, Irak, Sarajevo, de pronto aparece una fotografía que los espectadores tratan de adivinar si se trata de alguna ciudad del Europa del este, y no, resulta ser la ciudad de Richmond Virginia en 1865 después de que ha sido destruída por el fuego. La destrucción resulta ser muy parecida en todas partes.

A lo largo de este purgatorio aparecen muchos más personajes, algunos aislados, otros que permanecen. Estos sujetos son representaciones de distintos elementos que completan el cuadro alegórico: Indios pieles rojas que pelean por el derecho de hablar “frente a frente” con el hombre blanco que los despojó de sus tierras, un traductor de origen egipcio que habla hebreo, francés, ruso y portugués, una periodista israelita que entrevista al embajador de Israel en Francia quien en la Segunda Guerra Mundial escondió y salvó a su familia de morir en un campo de concentración.

La imágenes que acompañan estas historias son tan elocuentes como las historias mismas. Hay momentos de la narración que me hicieron recordar los experimentos de algunos cineastas surrealistas, como esa escena donde aparece un gran salón de un castillo medio destruído, no hay nada más que barriles de los que emana un fuego ardiente, una silla y una pequeña mesa donde se encuentra uno de los escritores revisando unos libros, en el suelo, frente a él se ve una gran pila de libros que han sido arrojados como si fueran a prender una fogata con ellos. Una señora entra al recinto y recoge un libro de la pila y lo coloca en la mesa, al tiempo que otra, toma un par de libros de la mesa y los arroja a la pila. Uno de esos actos infinitos de hacer y deshacer. La escena se prolonga sin razón alguna, casi podría extraerse de la película y hacer con ella una secuencia independiente.

Siguiendo con el modelo dantesco, la tercera parte de la película, nos lleva hacia el paraíso. Después de la muerte de Olga, nos encontramos en un bosque, cerca de una playa, hay gente jugando y sonriendo, todo es calma. No parece haber un estado de felicidad total como bien debería ser un paraíso, pero no hay guerras. Con evidente sarcasmo, vemos que este pacífico lugar está custodiado por un grupo de, bien armados, Marines estadounidenses.

En Notre Musique encontramos la melancolía de un Godard experimentado, triste pero sereno y sabio. Con maestría mezcla imágenes, poesía, filosofía y ficciones para crear un cuadro poético de imágenes abrumadoramente contemporáneas. La guerra está destruyendo nuestras ciudades, la intolerancia, nuestras almas.

 

Título original: "Notre musique"
País y año:  Francia,Suiza  (2004)
Género: Drama  
Fecha del estreno: 14/01/2005  
Distribuidor: Pirámide Films   Duración: 80'
Actuaciones: Sarah Adler, Nade Dieu, Rony Kramer, Georges Aguilar, Leticia Gutierrez, Ferlyn Brass, Simon Eine
Dirección: Jean-Luc Godard
Fotografía: Jean-Christophe Beauvallet, Julien Hirsch
Guionista: Jean-Luc Godard
Producción: Ruth Walburger, Alain Sarde

imágenes tomadas de: www.cinemovies.fr & www.us.imdb.com

 

Comentarios

Comenta esta nota.
Envía tu mensaje en la sección CONTACTO

 

Fecha de publicación: 06.09.2005