Pablo J. Rico
Una escultura convencionalmente
es un volumen (es decir, un objeto tridimensional) en un espacio determinado…
Este carácter objetual, su consistencia material y realidad
tridimensional y su presencia exenta en el espacio han sido los aspectos
principales que han definido la escultura desde siempre y acotado
su particular territorio hasta el triunfo de los conceptos propios
del arte contemporáneo… entre los que destacaría
la abolición de los límites y las convenciones puramente
materiales, la experimentación multimedia, la reivindicación
de lo conceptual y lo inmaterial, sus estrategias de apariencia, etc.
Los artistas actuales tienen en la fotografía digital, en sus inmensas posibilidades de creación y representación, uno de sus instrumentos más eficaces. Por lo general sus preferencias se decantan por la representación de espacios (interiores o exteriores) más allá del paisajismo o la ilustración descriptiva de interiores, por la deformación o las nuevas perspectivas de los objetos más comunes pero sin ninguna intención decorativa ni interés en componer renovadas naturalezas muertas, por la representación de acciones, procesos abiertos, instalaciones dotadas de sugerentes escenografías, por incorporar nuevos valores conceptuales o simbólicos más que por los procedimientos meramente técnicos… Desde luego la mayor parte de las obras significativas del arte actual que utilizan los procedimientos de la fotografía digital tienen muy poco que ver con las “fotografías” tradicionales ni siquiera con la “Fotografía moderna”; acaso se trata de un nuevo género, de un nuevo medio, más cercano si cabe al carácter multimedia y multidimensional, conceptual e inmaterial, espacial y también procesual, de la escultura contemporánea.
Esta primera exposición que presentamos
en la “Galería de Fotografía” del Castillo
de Santa Bárbara se titula intencionadamente “Escultura
en dos dimensiones”, y trata (y cuestiona) aquellos límites
y dimensiones convencionales a los que antes me refería sobre
la escultura… al tiempo que argumenta a favor de este nuevo
medio de imagen digital más ambicioso y seguro de sus posibilidades
de representación, no sólo de descripción literal
o poética de la realidad… Las obras seleccionadas de
estos catorce artistas españoles e internacionales así
lo atestiguan, ofreciéndonos una panorámica casi circular
de este territorio indeterminado, todavía por descubrir en
plenitud, de la fotografía “no fotográfica”
contemporánea.
Si todo es cultura… seguramente todo puede ser escultura, ¿por qué no? Por ejemplo “las instalaciones” de objetos domésticos o interiores de Noguero, María Zárraga y Masuyaki Akiyoshi, o las arquitecturas y monumentos descontextualizados o inventados por Alexander Apóstol, Agustí Torres y Cayetano Ferrández, o las “instalaciones” narrativas de Carles Congost y Joan Morey, o las renovadas representaciones de esculturas reales de Bernardi Roig y Mayte Vieta, o los volúmenes virtuales e informes de Olga Adelantado y las figuras “neo construidas” de Susy Gómez, o los cuerpos y acciones escaneados directamente por Gabriela Galindo, o las performances de Silvia Noguera, profundamente simbólicas, que gracias a la fotografía digital podemos contemplar en un instante de eternidad, es decir suspendidas en el abismo entre lo real y lo sagrado… (estatuas de sal condenadas felizmente a nuestra mirada).
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