Pesadilla de una noche de verano; los usos y abusos de la Naturaleza

Eduardo AbaroaEduardo Abaroa. Stonehenge Sanitario.

José Manuel Springer

Caminar solo por el bosque, llevado por la curiosidad de reconocer el terreno que me han dicho era una antigua zona de granjas de cría de puercos. Andar y descubrir al paso los abedules y los olmos que crecen, cuidadosamente ordenados, en líneas simétricas. Caminos hechos de pisadas, encerrados por gruesos macizos de ramas y troncos. Aquí también se libró una guerra, aquí el ejército nazi estableció centros de deportación y minó los campos de cultivo para evitar el avance de los aliados. Junto a la sordidez de la historia humana, la naturaleza sigue su curso o sería mejor decir que la naturaleza no tiene otra opción que seguir siendo.

Debajo de esta tierra el subsuelo está contaminado de fertilizantes químicos y excrementos de cerdos, más abajo yacen los restos de cadáveres de hombres sacrificados durante la guerra. No hay país en Europa que haya escapado de una historia y un proceso semejante: la naturaleza ha sido arrasada y reconstruida; hoy se plantan bosques donde antes se sembró muerte. El activismo verde ecologista tuvo que nacer aquí, de una extraña confluencia entre una historia de violencia y una voluntad de regeneración.

Melanie Bonazo, Emmeline de Mooij o Linga Kielczynska, tres mujeres que crecieron en este entorno basan sus propuestas artistas en el activismo ecológico. En sus videos se caracterizan como mujeres amazónicas que recorren desnudas los bosques liberando a los bosques del plástico y los desechos bélicos. Existe una isla de desechos plásticos de varios kilómetros de espesor que flota desde hace años en el Atlántico, ¿quién se encargará de eliminarla?

GraficaConsideremos la siguiente ecuación: arriba la Naturaleza como espacio necesario para la vida, como símbolo de origen, o fuerza incontrolable, ajena a la voluntad humana y por tanto amoral, en evolución constante; abajo, la despiadada acción humana contra el medio ambiente, la historia de usufructo de los recursos naturales, y la moderna dilapidación de recursos no renovables como el petróleo y el agua. En el otro extremo, la cambiante relación del arte, la historia biológica y el activismo que busca devolver a la naturaleza su rol protagónico en el ciclo de la vida.

Intentaré explicar esta ecuación a través de mi recorrido por el bosque húmedo. En este lugar donde me encuentro el orden de las cosas exuda algo siniestro; mientras los pájaros repiquetean y la lluvia marca un ritmo pertinaz, la Naturaleza sigue su curso y envuelve al sendero de la historia con aguas y bosques que son testigos de la historia negra de Europa; la han visto y oído, pero en la naturaleza reina la ausencia del sentido, y ella es amoral por …naturaleza; lo que la convierte en perfecto testigo y también víctima de la acción humana.

Linga KielczynskaLinga Kielczynska.

Desde que Hieronymus Bosch (el primer artista ecologista) vivió en esta región, la mano del hombre no ha cesado de atentar violentamente contra la vida en la tierra; los demonios se han extendido por el jardín de las delicias bajo la ilusión de confort y seguridad del consumismo y en búsqueda del placer estético. El Bosco sabía que el horror era la única forma de salvar al reino natural; el horror otorga un sentido negativo a la existencia que resulta muy estimulante para la filosofía, la política y la búsqueda de una solución. Desde hace miles de años Gilgamesh encerró dentro de un muro a la primera ciudad, la convirtió en una isla, casi un tumor, dentro del bosque y creó con ello la primera enajenación entre hombre y naturaleza.

La relación entre hombre y naturaleza refleja lo absurdo que resulta el desarrollo de la tecnología y la razón ; desde el hombre prehistórico que descubrió un día que podía controlar el entorno más allá de su alance mediante un mazo, hasta el hombre contemporáneo dominado por sus propios gadgets que lo protegen del contacto con la naturaleza, la ambición de poder afectó negativamente la capacidad de juicio del hombre.

Linga KielczynskaLinga Kielczynska.

Con la invención del lenguaje de signos dejamos de pertenecer a la naturaleza. Ella sigue su curso y el hombre creyó en el progreso porque pensó que con él lograría dominar a su vecino y su entorno. Pero la naturaleza humana es ciega y necia, y, como el hombre de las cavernas, sólo aprendemos por el horror para crear más horror.

Camino por este bosque sembrado con letreros rojos que dicen: Cuidado! Minas!, a pesar del descontrol inicial, he caído en la cuenta de que son la obra del terrorista ecológico Ives Maes, Hazard Marking System (2010), que ha enterrado por la zona prototipos de minas biodegradables, de manera que pueden destruir a los talabosques y urbanizadores pero son amigables con la naturaleza.

¿Por qué no instalar minas en el mar que eviten que empresas multinacionales, como British Petroleum, puedan extraer petróleo del fondo del mar y ocasionar catástrofes como la del Golfo de México? Adivinaron: porque atentar contra una empresa establecidas es terrorismo, y la violencia es monopolio de los estados; mientras que ocasionar un desastre ecológico es….un accidente excusable y reparable porque, a fine de cuentas, vivimos en la era del petróleo y todo lo que signifique obtener más petróleo está moral, judicial y legalmente justificado. Contaminar los recursos no renovables no es …cómo decirlo, tan terrible, tan ilegal. El ecocidio es justificado mientras el mundo dependa del petróleo para progresar.

Llegará el momento en que el petróleo se extinga, y el automóvil de combustión interna, y los aviones y las generadores de electricidad dejen de funcionar. Los autos serán enterrados, la naturaleza los cubrirá de flores y alguien colocará una placa que recuerde el fin de la era del petróleo, así lo ha vaticinado el finlandés Tea Mäkipää, que ha estado enterrando automóviles para recordarnos que somos seres cuya existencia carece sentido y significado porque no percibimos la riqueza que encierra un grano de maíz.

The Road (John Hillcoat, 2009) es una película basada en la novela homónima de Cormac McCarthy, que pone en tela de juicio a la raza humana y exhibe lo que sería la existencia humana después de la desaparición de la vida vegetal y animal. El argumento presenta una era no muy lejana a la nuestra en la que el medio ambiente ha sido totalmente arrasado y sólo restan parajes grises donde los humanos practican el canibalismo para sobrevivir. El último rastro de dignidad humana es el vínculo entre un padre y su hijo adolescente que se alimentan de desechos. Nuevamente, el horror del caos y la desaparición del mundo natural ideal, lleva a filosofar sobre la necesidad de contar con una utopía, un ideal, para hacer frente al terror de la auto aniquilación.

Michael Jackson fue un músico con talento pero un triste político. Su video Earth Song fue un alegato contra la destrucción de la tierra y de las formas de vida ligadas a ella. El video se estrenó en 1995, años más tarde lo recicló Jonathan Horowitz, bajo el título The Body Song. Mientras el video del príncipe del pop muestra al cantante en medio de un huracán desatado por el cambio climático, Horowitz reproduce el video al revés para demostrar cómo los desastres ecológicos musicalizados crean héroes con pies de barro. Los discursos redentores del ecologismo, del tipo Al Gore y similares, venden la idea de que con denunciar el problema vamos por el camino correcto para encontrar la solución. La ideología mediática verde sólo asusta con el petate del muerto, pero está más metida en el negocio de vender curitas que en extirpar el cáncer. Pero, ¿quién asegura que Horowitz no está cortando leña del árbol caído?

Los bosques que oyen y ven *

Andando por las orillas de este bosque artificial, construido para ocultar una historia, llegué a un círculo amplio formado por cubículos sanitarios verdes, de los que se usan para que la gente haga pipí en los eventos públicos. Algunos de estos bloques de inyección de plástico reciclado están montados uno sobre otro y me recuerdan aquel enigmático monolito de la película Odisea Espacial 2001 (Kubrick, 1968), que Kubrick dijo que era el símbolo del conocimiento puro.

 En la obra de Eduardo Abaroa, artista con una larga trayectoria en la que destaca el reciclaje de símbolos usando para ello los elementos más comunes a su alcance, Stonhenge es un megalito sanitario, que sana o salva a los más urgidos. Para Abaroa aquel Stonehenge remoto es el equivalente a un monumento icónico como las torres de Ciudad de Satélite, ¿por qué no? La vinculación entre cultura y naturaleza será repelente o no será.

Eduardo AbaroaEduardo Abaroa. Stonehenge Sanitario.

Reconstruir y reciclar son dos tesis comunes de la praxis artística de artistas que no quieren hacer arte ecológico aprobado por la sociedad. Eduardo Abaroa replantea nuestra propia posición con respecto al medio ambiente, con un humor que llega a lo cáustico y evita dar lecciones de moral ecologista. De hecho, el artista nunca ha estado en Stonehenge y la información que tiene sobre el sitio proviene de Internet. Stonehenge Sanitario es una instalación que, como en tantas de sus obras, contrasta la artificialidad de los símbolos con el sentimiento auténtico del ser humano, y su necesidad moral de encontrar un puente entre la era del ídolo y la de la tecnología que no sea divino. En consecuencia, hay que hacer arte ecológico con piedras imaginarias, en el que plástico y piedra surjan como una invocación sardónica, pero no por ello menos valiosa, de las formas en que la naturaleza es testigo de las etapas de la evolución humana.

De esas eras por las que ha pasado la relación humana con el entorno natural –la de la mirada mitológica, la de la visión estética paisajística y la de la comunicación ecológicamente correcta– se alimenta el arte-acción contemporáneo, creando una arqueología con la que recupera la historia del hombre a través de revelar y presentar los daños que éste ha ocasionado sobre el ecosistema. Si bien no se podrá revertir el daño inflingido, es posible evitar que continúe la destrucción y terminar con la indolencia de muchos, la credulidad de otros y la ambición de unos pocos.

Escuchar a la naturaleza y reparar en sus señas ha sido una de las estrategias del arte contemporáneo para volver atrás en el tiempo, a una era en la que lo natural no estaba en conflicto con lo humano. Volver a los sentidos, confiar en lo que nuestros oídos y ojos nos dicen, plantea el reencuentro consigo mismo, la eliminación de la dicotomía entre naturaleza humana y medio natural. Sólo hay que caminar por el bosque, ver un árbol, oler un pozo de agua, oír la lluvia, nadar en el mar, para darse cuenta que la historia biológica es mucho más profunda que la historia humana.


*The Woods that see and hear, es la exposición colectiva organizada en Hertogenbosch Holanda, por el colectivo Dirtieen Hectare (13 Héctáreas) y curada por Sarah Farrar, con el fin de apuntar hacia la regeneración del bosque y la vinculación entre la acción humana y el medio. Ahí paseé la noche del equinoccio de verano.

 

 

 

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Fecha de publicación: 18.06.2010