Now. Again. Never look behind. (Ahora. Aquí. Nunca mire hacia atrás)
Obra de César López

César López

José Manuel Springer

Si (como afirma el griego en el Cratilo)
el nombre es arquetipo de la cosa
en las letras de 'rosa' está la rosa
y todo el Nilo en la palabra 'Nilo'.

Jorge Luis Borges, El Golem

César LópezUn espejo de automóvil con la frase Never look behind. Un enchufe eléctrico semidestruido en una habitación abandonada. El retrato en blanco y negro de una mujer. El mosaico blanco de la cocina. Un ratón  gris mordisquea la esquina de un retrato, también en blanco y negro, de un hombre vestido de traje oscuro. El desodorante Pure & Natural sobre el lavabo gris del baño. Copas y platos blancos rotos sobre la mesa puesta. Las rosas rosas de un bodegón escurren tinta. Pájaros parados sobre un rosal azul en la cortina del baño. Here. Un pájaro multicolor dormido debajo de una piedra gris. No here. Una  taza blanca rota. El árbol caído cubierto de nieve. El mismo árbol  con luces de Navidad en un diorama.Un lobo (una silueta blanca) y renos disecados. Las sombras de  algunas personas en un museo. El pasto verde con la palabra IN. Fotos de fotos. Habitaciones de una casa forradas de papel  rosado con rosas. Renos de papel (siluetas). Tigres de papel que saltan sobre sus presas, también de papel.  Botellas llenas de aire de Paris. Un vestido de cena con flores rojas. Un avión de metal blanco empacado en una paquete de plástico. El esqueleto  de un pájaro encerrado en una jarra de cristal. Estas son las cosas que yo recuerdo de las fotografías que acompañan este libro.

César López nos dice que estas vistas son los bellísimos fantasmas de la memoria, relacionados con el amor, la muerte y una transformación bestial. No podemos estar seguros de la veracidad de las imágenes, pues todo parece indicar que la fotografía más que realista es una construcción de lo real.Cada fotografía es una interpretación y una representación y, como los reflejos entre dos espejos, nada es absolutamente real porque toda representación puede ser interpretada de manera infinita.

A través de estas imágenes  César López demuestra que el teatro de la memoria es una puesta en escena.  El espectador ve lo que quiere ver y escoge el todo o el detalle de lo que tiene frente a sí.  Las objetos representados están más cerca de nuestros recuerdos de lo que parecen. Palabras y letras como Here y No Here, por muy simples que parezcan, resultan más complejas puesto que designan lugares  y momentos indefinibles.  ¿Qué es el aquí y el ahora?  La instantánea fotográfica captura un momento indefinido.

César López

El origen de los recuerdos es una aporía, una paradoja irresoluble. ¿Qué elementos recordamos de una escena y por qué?  ¿Por qué construimos recuerdos y de qué manera la imagen se convierte en el fantasma de los mismos, un residuo de una presencia? Son preguntas que plantea el trabajo del fotógrafo. En la especulación sobre cómo reconstruimos la realidad con fragmentos que no parecen encajar lógicamente, como los platos rotos y reconstruidos, descubrimos los caprichosos caminos de la memoria y las estrategias sintácticas del fotógrafo para presentarnos el mundo

Hay circunstancias que dan al recuerdo una validez: el paso del tiempo, la transparencia del aire, la intangibilidad de la  luz y la  solidez de la oscuridad. Son elementos que sólo aprehendemos en una fotografía cuando hemos tomado conciencia de lo esencial de la imagen.  En la sobreposición de espacios y fotografías, de representaciones que aparecen dentro de otras representaciones, las imágenes de López nos recuerdan cómo construimos el mundo a través de representaciones que crea la mente por medio de los sentidos.

César LópezLo que parece sólido se convierte en una figura plana, contenida en un espacio, un recipiente, un museo, una botella de vidrio o una habitación derruida.  Algunas de estas siluetas, de esos retratos, o de esos estampados, parecen fuera de lugar, han sido desplazadas por la contingencia o por la misma mano del artista. Ese desplazamiento dispara la imaginación del fotógrafo que con su lente nos describe esos mundos que colisionan por un instante dentro del encuadre.

En muchas de esas imágenes, la fotografía reconstruye una escena, quizá improbable, quizá verosímil, gracias a la condición fantasmal de sus encuentros y coincidencias.  Partiendo del montaje de realidades contrastantes las imágenes se sitúan en la poesía de un feliz encuentro entre la casualidad y la serendipia.

La obsesión por capturar lo efímero, por atrapar el  movimiento, que inspiró a los primeros fotógrafos de la historia,  se transforma en la obra de César López en su opuesto: su obra  demuestra que el movimiento capturado de la vida es aparente; sólo existe en el tiempo, la dimensión humana que modifica la naturaleza de las cosas.

En la teoría sobre los museos  y las exposiciones hay una máxima que dice: un tigre dentro de un museo ya no es un tigre. Cualquier objeto expuesto dentro del recinto museográfico se convierte en la representación de su par que está afuera.  El tigre pierde su esencia y se convierte en receptáculo de las proyecciones de quien lo mira y de las propiedades del espacio que lo rodea.  César López se sirve de  los dioramas de un museo de historia natural, de su  iluminación  aparentemente natural y de la reconstrucción minuciosa de un escenario “natural” para destacar la forma en que la fotografía construye el instante, elimina la vida y convierte lo real en escenografía, ciertamente una transformación “bestial”, como dice el artista.  Si la foto escenifica la realidad,  la misma estrategia sirve a fotógrafo para convertir lo real en algo puramente imaginario, una representación del artificio.

César lópezUna rosa es una rosa es una rosa, el aforismo de Gertrude Stein, lleva a considerar la identidad de las cosas con su nombre, y también con los significados  que las objetos generan en nuestra mente.  Las asociaciones llegan a tener tal fuerza simbólica que obligan  a considerar la naturaleza de la rosa como metáfora de otras cosas que encarnan su esencia pero que se no parecen físicamente a la flor: una cortina de baño, un papel tapiz del mismo color.  El sentido que tiene el color y el uso del mismo en  la construcción de estas imágenes desequilibra el principio de identidad entre la fotografía  y lo representado. De la misma forma en que las efigies religiosas contienen aparentemente un poder mágico, taumatúrgico, que les concede la mente del creyente, cada foto lleva en sí la esencia de la representación.  ¿No acaso la fotografía es un acto de magia, que roba el espíritu de las cosas en la mente?

Las imágenes de este ensayo nos revelan que el hecho de mirar a través de la imagen  ha convertido al mundo en una representación mental asociada a la imagen y  la palabra. No obstante, la asociación está generalmente asociada a una vivencia y a una necesidad de hacerla resurgir.  Con cada imagen que archivamos en nuestra memoria intentamos alejar el sentimiento de vacío que nos produce la muerte, intentamos,  a fin de cuentas,  encontrar un vínculo que nos ate a la vida y dándole un sentido a la experiencia.

César Lopez

 

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Fecha de publicación: 22.06.2012