Javier Areán, Coche en Nieve I, 2012, óleo sobre tela, (Detalle). |
Luz María Sepúlveda |
Javier Areán, Choque Verde, 2011, óleo sobre tela, 180 x 230 cm.
Representaciones plásticas de lo subversivo, caótico, accidentado o ultimado, han sido el tema predilecto de numerosos artistas dentro de la historia del arte. El aspecto final de algún acontecimiento fatal se vislumbra desde la perspectiva de lo estético y queda como vestigio “del día después”. La pintura queda como ese instante congelado -captado por la cámara fotográfica- aunque de la imagen se desprenda una narrativa en la que existen muchos posibles “antes de”, junto a otros probables “posterior a”.
Alles Kaputt, “todo está destruido”, o “todo ha sido abandonado”, es el nombre de la serie de pinturas y dibujos del artista Javier Areán (Ciudad de México, 1969) que se exhiben en Toca Galería de la ciudad de México. El tema capital de la serie se engloba en el desastre ocurrido –principalmente de índole natural o accidente-, y generalmente sobre automóviles. Las obras son representadas a partir de fotografías de los años cincuenta, “a la Warhol”, aunque con una marcada tónica post-expresionista. Es decir, no es la crudeza de facciones en las caras de los pocos personajes que deambulan alrededor del siniestro; ni la acidez de los colores sobre la piel humana, cielos y el paisaje natural, típicos de los alemanes, lo que sobresale en las piezas de Areán. Aunque tampoco es la pincelada violenta de los neo-expresionistas ochenteros. Areán utiliza cierta perceptividad de los impresionistas, con un dejo romántico ante la imponente belleza del paisaje, con un elemento más: la posibilidad de leer la obra como si se tratase de un video que cuenta una historia. Este tercer elemento hace de Alles Kaputt una serie que puede identificarse con un nuevo tipo de expresionismo aunque, evidentemente también se encuentre influido por los movimientos expresionistas prototípicos.
Javier Areán, Coche con manchas naranja I, 2012,
Mixta sobre papel, 56 x 75.5 cm.
La palabra “catástrofe” viene del griego kata –hacia abajo- y stréphein –dar vuelta-; es decir, revolver, dar una vuelta; y también: desastre, transtorno, infortunio. Formalmente, las pinturas de gran formato en Alles Kaputt pueden leerse como la representación de desastres naturales y sus consecuencias sobre los automóviles chocados, volteados, destartalados. En una segunda lectura, ha ocurrido una catástrofe en el sentido literal de la palabra: dar vuelta hacia abajo. Y en este sentido, las piezas revuelven su contenido, presentándonos un fragmento de realidad que, descontextualizada de su temporalidad y sitio, se percibe como una experiencia estética. La belleza no tiene nada de mórbida, aunque sí convulsiva, en el sentido bretoniano de la acepción: que mueve, incita, provoca, estimula. Y es que la combinación de los elementos que dibuja Areán sobre el papel o la tela, aunado a la tonalidad negra o de vivos colores en los óleos, dan como resultado una serie que no se limita a la narración de un suceso o al recuento de una anécdota, sino que se sumerge en la capa más profunda de la superficie, de la piel, ahí en donde se encuentra una verdad velada; extrae lo sublime y presenta el resultado de una catársis transfigurada en obra de arte. De un acontecimiento fortuito, crea una imagen en donde la mirada se detiene y las sensaciones, pensamientos, percepciones y conocimientos se engranan en un proceso de deleite final.
Javier Areán, Coche en Nieve I, 2012, óleo sobre tela, 140 x 190 cm.
Ya sea en el campo entre pastizales y un cielo claro, o enterrado en la gélida y blanca nieve, los coches de Areán figuran como entidades anímicas que se encuentran en desgracia. Sin embargo, esa desgracia no parece ser eterna; el paisaje congelado, las casas derruidas o el aviso de la proximidad de una tormenta, se presentan junto al coche como parte del entorno, sin restarle importancia a la figura capital que se vuelca en su metamorfosis transitoria. No es un coche muerto, desahuciado a la chatarra, sino un sujeto que ha sufrido un percance y está a punto de comenzar a corregirse, a componerse, a recuperar su forma y función. Un aspecto sorprendente en los cuadros del artista es que, mientras los coches adquieren cierta naturaleza equiparable con la humana, los paisajes se muestran inertes como escenario, como artificio o simulacro, solamente para servir de marco a la escena del siniestro.
En pocas ocasiones Areán retrata a los seres humanos y cuando lo hace, como en Green Crash, son atraídos hacia el coche y solamente fungen como testigos del imperfecto que ha sufrido el coche. Las más de las veces, una sensación de abandono es palpable, como en el caso de la serie Coche en nieve u otros ejemplos con títulos simples como Coche gris, Coche en picada, Tres coches, etcétera. Destaca entre varios, Desastre, donde yace anegado en la inundación ocasionada por el huracán Katrina, un Chevrolet rosa que parece esperar pacientemente, con ojos resignados y una sonrisa de Gioconda. Su maquillaje está casi intacto y el peinado pronto desaparecerá. El agua está tranquila y una casa grande de madera se yergue al fondo, junto a árboles que no mueven ni una hoja de sus ramas. El Chevrolet no es testigo de otros escenarios en donde el sol ilumina las casas derruidas y arrastradas entre otros escombros por la corriente, en este caso, su entorno es apacible porque la desgracia ya pasó.
Javier Areán, Coche en Nieve II, 2012, óleo sobre tela, 140 x 190 cm.
Javier Arean, Desastre, 2012, óleo sobre tela, 180 x 230 cm.
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