Sobre la experiencia del migrante se han formulado una serie de prejuicios, acciones y políticas que han llevado a la criminalización de los indocumentados, a su persecución en los países de origen y destino, y finalmente a su victimización en manos de organizaciones delictivas en contubernio con las autoridades, como ha sido el caso de las fosas comunes encontradas en el estado de Tamaulipas, México y en otras regiones del mundo.
Los pliegues que contiene la situación del migrante, por un lado su vulnerabilidad debido a la falta de documentos legales, por otro lado el valor de su iniciativa y su aportación económica, tanto como generadores de plusvalía como proveedores de remesas económicas foráneas, obligan a hacer del tema migrante/migración toda una investigación que promueva la discusión desde ángulos socio políticos, culturales, económicos y educativos.
Recientemente, el Museo de la Memoria y la Tolerancia organizó una exposición a la que puso por título Maletas Migrantes, en la que participa una cincuentena de artistas residentes en México que abordan temas colindantes con la experiencia de la migración, específicamente la migración de origen económico (hay algunas piezas que se refieren el exilio involuntario, otra causa de migración) y sus diferentes causas, consecuencias, tácticas, estrategias, implicaciones.
Si bien es obligado pensar en las condiciones infrahumanas en que se realiza la migración desde las regiones expulsoras a las regiones receptoras de todo el mundo, es necesario también hacer un alto y dedicarle tiempo y esfuerzo a pensar en este tipo de migración como un factor de cambio positivo, de manera que desde la cultura y la antropología social se valore a la migración como un factor indispensable para el desarrollo de nuevos conceptos, de nuevas ideas, de estéticas móviles, y de formas de pensar que son más coherentes con la era Global que con la Modernidad.
Los ejemplos de la influencia de la migración en el pensamiento abundan, pues a través del traslado de tradiciones y conocimientos el migrante contribuye a cambiar las percepciones del mundo, contribuyendo a la expansión de conocimientos y experiencias que abren oportunidades de desarrollo de la economía y la sociedad.
Según datos publicados por la Organización Internacional para las Migraciones, en 2010 había 214 millones de migrantes y hacia el 2050 se duplicará ese flujo para llegar a 400 millones. Otro dato revelador: en 2005 la población migrante de la Unión Europea era de 64 millones y en América del Norte llegaba a 45 millones de personas. Aunque las cifras son reducidas cuando se les compara con el total de la población mundial, que alcanza los siete mil millones, es indudable que la era Global registra un aumento considerable de migrantes, ocasionado por la información disponible, a través de la Internet, que permite a cierto tipo de migrantes encontrar mercados laborales, pero también porque posibilita un contraste y un deseo de mejorar las condiciones de vida de poblaciones en países expulsores de migrantes.
Por otro lado, las recurrentes crisis económicas del capitalismo, específicamente la última crisis financiera de 2008 que afectó notablemente a la Unión Europea y los EEUU, generan políticas más restrictivas que afectan a la migración de fuerza laboral y a los migrantes residentes en países receptores.
Aunque los migrantes son los que más sufren las consecuencias de las crisis económicas, su vulnerabilidad en los países expulsores los lleva a soportar en los países de destino políticas xenofóbicas, y la amenaza constante de grupos anti inmigrantes que, como en el caso del estado de Arizona, EEUU, organizan tácticas violentas para amedrentar y expulsar a los migrantes. En Europa, el incremento de las políticas ultra nacionalistas y de las autonomías étnicas se basa en promover la idea de la pérdida de la identidad de núcleos de población y lleva a calificar al migrante como chivo expiatorio de la situación, por considerarlo una amenaza invasora; olvidando que el Colonialismo sometió a los países de origen de esos migrantes. En los países de origen la sobrevivencia de los migrantes indocumentados ha sido puesta en riesgo por los grupos delincuenciales que ven en ellos otra oportunidad para ampliar sus negocios criminales.
Ante estos fenómenos de exclusión y estereotipo, es necesario oponer la aportación del migrante y destacar las características de la cultura global basadas precisamente en el cruce de fronteras geográficas, la transterritorialidad de las experiencias culturales y la hibridación, situaciones que objetivamente demuestran que el mundo entero se está moviendo a ritmo de la migración y que ésta afecta directamente a las traducciones culturales (véase el caso de las numerosas y extendidas bienales de arte), la migración de significados (las diversas versiones de un sistema de información adaptables al consumo loca) y el traslape o unión entre formas e industrias culturales antes opuestas, pero que hoy comparten estrategias comunes (donde la industria de la música es un ejemplo claro: el afrojazz, la tecnocumbia, el latinrock, etc).
La exposición del Museo de la Tolerancia proporciona algunos ejemplos de las aportaciones migrantes, nos permite conocer algunas iniciativas positivas de ayuda al migrante y muestra las paradojas de base con las que se trata a los fenómenos migratorios (como considerar que el color de la piel y el idioma son factores de segregación entre el migrante y el negociante o inversionista).
No obstante, la posición de la muestra dentro del museo, en un espacio marginal del mismo, donde la visibilidad de la obra es limitada y el espacio restringido, hacen pensar que no se le ha dado la misma importancia que otras exposiciones del mismo. Asimismo, la uniformidad del formato, consistente en una caja de madera de pequeñas dimensiones, obliga a pensar sí en las políticas de homogenización de la migración, que es lo que los grupos políticos conservadores usan para rechazar la presencia de los migrantes, por considerar que migrante es sinónimo de criminalidad, despojo y obliteración de valores.
Sólo en algunos casos, los artistas invitados tuvieron la iniciativa de romper con el formato y las implicaciones victimizantes del migrante, para ofrecer una interpretación que dé valor a la migración en nuestras culturas y nuestra experiencia personal.