Sarah Minter. Escena de le película "Nadie es inocente, 20 años después". 2010.
Por Gabriela Galindo
El amor no existe
yo casi nunca lo sentí
Lo sentí una vez y fue chido,
Pero, ¡chale!, no era amor...
Tomado de la película "Nadie es inocente"Sarah Minter, por allá de los ochenta nos hizo ver lo que muchos no nos atrevíamos a ver. Vimos y escuchamos a los chavos integrantes de la banda Mierdas Punk de cerca y sin censura, esos chavos que rondaban por las periferias más pobres de la ciudad, desplegando la bandera de “aquí todos ya valimos madres”. El Kara, el Drupi, el Rollo, con sus mechones de colores, tatuajes y piercings, desde la más pura desesperación de la marginalidad e instalados en la transgresión y la violencia; hablan entre mentadas de madre de que lo único que importa es la banda, el punk, el alcohol y las drogas. En su mundo no hay más. Sólo les quedaba defender ese pequeño territorio urbano, usurpado a graffitazos y ponerse hasta atrás[1].
Escena de la película "Nadie es Inocente" de Sarah Minter y Gregorio Rocha. 1986. Fotos tomadas de la red.
Pero la historia no se quedó ahí, en el 2010 Sarah Minter nos trajo de nuevo a los integrantes (o los que quedaban) de Nadie es inocente para mostrarnos qué había sido de ellos 20 años después. Y sí, algunos ya no están, pero a diferencia del futuro desolador que estos chavos veían, muchos de ellos se incorporaron desde esa periferia que los marginalizaba, al mundo del trabajo, la familia y los oficios, a ese mundo que ellos pensaban era inasequible o, quizá ellos mismos en aquel entonces, no querían para sí. En 20 años después vemos que aún en la pobreza, aún desde la periferia, pero con una visión completamente diferente, estos ahora adultos y padres de familia, revisan su propia historia y los recuerdos de cuando eran jóvenes.
Estas dos películas forman parte de la exposición retrospectiva “Ojo en rotación: Imágenes en movimiento 1981-2015” bajo la curaduría de Sol Henaro y Cecilia Delgado Masse que se presenta en el MUAC y estará abierta hasta los primeros días de agosto de este año.
Sarah Minter con el grupo de teatro de Juan Carlos Uviedo. 1972
Fotografía del archivo del MUAC.Sarah comenzó su carrera siendo muy joven desde el terreno del teatro. A principios de los 70 conoce a Juan Carlos Uviedo[2]. Director de teatro originario de Argentina, de izquierda, radical e increíblemente creativo; Uviedo montó un taller de experimentación teatral, donde exploraban la expresión del cuerpo utilizando toda clase de herramientas técnicas, desde el psicoanálisis y las filosofías orientales, hasta el teatro de provocación y el performance radical.
Para Sarah la experiencia de trabajo con Uviedo, aunque breve (fue deportado junto con otros dos directores de teatro en 1974), es fundamental. Dentro de un ambiente de total libertad, Uviedo guió al grupo hacia la exploración profunda de los sentimientos, el cuestionamiento de las propias emociones, junto con una ardua disciplina de ejercicios físicos. Era un grupo de jóvenes fuertes, atrevidos y liberales que buscaban llevar la expresión hasta sus límites máximos.
Sólo así, podemos entender como Sarah, pequeñita ella, absolutamente segura de sí y cargando con tremenda cámara, se atrevió a pasear por las peores zonas de esta enorme ciudad y meterse en medio de los aguerridos Mierdas Punk para filmar sus conversaciones, sus fiestas y sus pleitos.
Los temas de lo urbano, la marginalidad y la transgresión, permanecieron en las obras posteriores de Minter, como en Una Mentira Histórica (1982), Alma Punk (1991), y en la más notable, una de sus últimas piezas y la que le da título a la exposición, Ojo en rotación (2015). Esta pieza, no es solamente un video, es una instalación de un espacio cerrado, en el que uno puede ver imágenes de la ciudad, las calles, el metro o un salón de baile, en alta definición en 360º, ya sea desde dentro o fuera de él. Cuando estás adentro, en ese cuartito, todo blanco y pequeño, la experiencia visual te envuelve y te hace sentir como si fueras tú el que va caminando por la calle, tomando el metro o bailando un danzón junto a una gordita risueña; o del otro lado, desde afuera como un espectador de lo urbano, de aquello que transitamos todos los días y casi nunca nos detenemos a observar. En cierto modo, es como si uno pudiera decidir estar dentro o al margen del mundo, alternativa que posiblemente muchos de los chavos, o no tan chavos que vemos ahí, no tienen. Ojo en rotación es una obra donde se nota la madurez de una artista que ya ha visto mucho, ya entendió mucho y que ya no necesita explicar nada. Sarah extrae el movimiento de lo urbano y une los instantes en un tejido colorido, liberando las imágenes en una especie de danza dinámica; nos hace caminar con ella y ver con ella lo que sucede en nuestra ciudad; y nos deja a cada uno saborear desde lo personal tanto lo amargo como lo dulce de lo que sucede en la cotidianidad urbana.
Sarah Minter. Vista exterior e interior de la instalación "Ojo en rotación", 2015. Fotos de Gabriela Galindo.
Ahora bien, aunque ese sabor urbano se siente en cada paso de esta exposición, hay algo mucho más potente y fuerte en el trabajo de Minter y que, aunque pareciera totalmente opuesto, está presente por todos lados: la intimidad.
Este es el tema central de piezas como Última vez con Philipp (2004), Domingo en el lago (2004) o Autoretrato 2 (2004). En estas obras vemos a Sarah, que bien puede ser ella o cualquier otra persona, en su estudio, en el baño, en la cama o en un parque; vestida, desnuda, bailando o escribiendo. Cualquier actividad es un pretexto para mostrarnos lo fuerte que puede ser una acción íntima y lo frágil de los sentimientos que siempre las acompañan. En estas obras se respira un aire denso de afección emocional pero que al mismo tiempo no pesa, e incluso en algunos, hasta reconforta. Como si cada una de estas afecciones fuese una invitación para sentirnos igualmente libres de poder sacarnos la ropa, quitarnos las ataduras o bailar en donde nos dé la gana.
Sarah Minter. "Minueto", 2014. Foto de Gabriela Galindo.
Y es en la intimidad donde se manifiesta el amor, pero Minter no se detiene en solo captarlo en imágenes, sino que por varios años se dedicó a indagar sobre el tema del amor, el sexo y derivados con grupos de amigos a quienes invitaba a cenar a su casa y grabó a cada uno obteniendo el registro de decenas de estas conversaciones. Con este material compone la instalación titulada Háblame de amor (2013). Donde literalmente vemos la mesa del comedor puesta y servida con la cena y a todos los comensales sentados en su lugar participando de la discusión. Cada frase, cada palabra se va entretejiendo como si todas fueran producto de una sola larga sesión; mientras tanto los que estamos alrededor somos como una serie de espectros que rondamos a sus espaldas, escuchando la conversación de esa fiesta a la que no fuimos invitados.
Sarah Minter. "Háblame de amor", 2010.
Foto de Gabriela Galindo.Lo notable del trabajo de Minter, tanto en sus cortos de video, en sus instalaciones, así como en sus películas es que, no sólo intenta mostrar una realidad social o individual a manera de registro documental. El efecto visual que logra junto con la música y el audio, nos transportan a un ambiente ambivalente que convierte lo real en una especie de imaginario onírico, y éste a su vez nos hace regresar a una realidad ya sea tan brutal y violenta como en las calles de Neza[3] o profundamente íntima, personal o amorosa.
Sarah nos muestra lo más fuerte y lo más vulnerable del ser humano, sus videos son como vernos al espejo, en el espejo de los otros y tiene la habilidad de arrancarnos una buena carcajada, lo mismo que una gorda lágrima o una sutil sonrisa. Sin un solo gramo de cursilería, siempre aguda, siempre audaz, la obra de Sarah Minter es sin duda un referente que nos permite entender lo que es vivir en esta ciudad, entender a nuestra gente y un poco de nosotros mismos.
___________________________________
Notas:
1. "Hasta Atrás" expresión usada en México para referirse a alguien que se excede en el consumo de alcohol o drogas.
2. Ver el recorrido por la exposición sobre Juan Carlos Uviedo AQUI
3. Neza es el nombre que se usa para referse a Ciudad Nezahualcóyotl, municipio del Estado de México localizado al oriente de la Ciudad de México, se estima una población de más de 2 millones de personas, la mayoría de ellos, vive en estado de pobreza. Lugar donde crecieron los integrantes de los Mierdas Punk.
Sarah Minter. "Érase una vez un tren", 2014. Foto de Gabriela Galindo.
Fecha de publicación: 30.abril.2015
La expo está padrísima, ese cuartito es todo un viaje. No se la pierdan.