Félix González Torres

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Félix González-Torres (1957-1996), cubano de nacimiento y estadounidense por adopción; es uno de los artistas contemporáneos más influyentes y singulares. Su trabajo adoptó diferentes formas durante su carrera, y es una síntesis de profundas experiencias personales y agudas observaciones político-sociales, que le permitieron reflexionar sobre aspectos públicos de la política y el tratamiento de las minorías marginadas. Su obra se configuró a partir de series  que desarrolló repitiendo estructuras formales muy simples: gráficos, rompecabezas, pilas de papeles, montones de caramelos, cables con focos eléctricos, cortinas de cuentas y carteles.

Esta muestra incluye sus series más emblemáticas, realizadas entre 1987 y 1995, célebres por desafiar al público a tomar un rol más activo que el de mero espectador,  como agente participante en la evolución y propagación de su obra. Sin estridencias ni consignas, González-Torres cuestiona y subvierte  nociones como las de propiedad privada, autoría y coleccionismo,  dejando que algunos de sus trabajos sean “disueltos” por el público a través de una simple apropiación: comer un caramelo o llevarse una hoja de papel. Si bien Félix González-Torres  instruye el continuo reabastecimiento de la obra, hay en la posibilidad de esa acción, en el permitir e impulsar el acto de llevarse una parte, algo subversivo. El aspecto subversivo, no está teñido de violencia, ni alude a una acción  política frontal, directa o declamatoria. Se trata, tal vez, de una  intervención estética que logra ”colarse”  entre la producción social y la apropiación privada de mercancías. 'En este momento no quiero estar fuera de la estructura de poder, yo no quiero ser la oposición, la alternativa. Alternativa a  qué: ¿Al poder? No. Yo quiero tener el poder. Es eficaz en términos del cambio. Quiero ser como un virus que pertenece a la institución. Todos los aparatos ideológicos están , en otras palabras, replicándose, porque esa es la forma en que funciona la cultura. Entonces si  funciono como un virus, un impostor, un infiltrador, siempre voy a replicarme  junto con esas instituciones”1

Para González-Torres era fundamental llegar con una pieza hasta las últimas consecuencias; investigar nuevas nociones de instalación, producción y originalidad. En lugar de utilizar las paredes de las galerías, a partir de 1989 optó por intervenir el piso, un espacio marginal que la mayoría de los artistas dejaban libre. Ése fue el sitio donde ubicó sus primeros stacks (pilas de papeles), con el fin de armar una exposición que desapareciera completamente. Las pilas de papeles, son unas de las más emblemáticas entre la producción del artista. En esta exhibición se han incluido entre otras piezas:

“Untitled” (NRA), un gran plano rojo con un ribete negro alrededor, que lleva como subtítulo la sigla de la Nacional Rifle Association, una de las instituciones más conservadoras de Estados Unidos, que promueve el derecho de portar armas tanto para defensa personal, como con fines deportivos.

En “Untitled” (Death by Gun), 1990, cada hoja está dividida en 460 pequeños espacios rectangulares, en la mayoría de los cuales aparece la foto de una de las tantas personas asesinadas por armas de fuego en los Estados Unidos entre el 1 y el 7 de mayo de 1989. Junto a la foto se lee el nombre completo, la edad, la ciudad y el lugar de residencia de la víctima, así como una breve descripción de las razones que ocasionaron su muerte.

“Untitled” (1989-1990), formada por dos pilas de papel blanco dispuestas una junto a la otra tienen inscriptas las frases Somewhere better than this place y Nowhere better than this place, respectivamente. Esa oscilación entre ambas afirmaciones parece vacilar entre la promesa de un bienestar ulterior y la actualidad de la vida tal cual se presenta.

Una gran superficie de una de las salas es ocupada, a modo de alfombra, por una instalación de miles de caramelos envueltos en papel plateado: “Untitled” (Placebo). Aquí, el término “placebo” refiere al engaño, a lo que se da en lugar de otra cosa, a la falsa promesa de cura, al experimento consentido, pero también a aquello que, por el poder de la fe, de la creencia en una autoridad (en este caso, la terapéutica médica), conlleva la esperanza de una mejoría. Sin embargo, esta obra no pretende hacer pensar que el caramelo hace las veces de una píldora o gragea. Aquí, un caramelo es también un caramelo… y la obra –por más que sea consumida en tanto obra– es también una gran cantidad de caramelos que el público puede saborear.     

“Untitled” (Para un hombre en uniforme), es formalmente, de la misma naturaleza que la obra anterior –un montón de paletas individualmente envueltas con los tres colores de la bandera estadounidense–, sin embargo la apelación es radicalmente diferente y corresponde a una observación crítica, ácida, sobre el fanatismo nacionalista, el fundamentalismo y el maniqueísmo que se extendían en los Estados Unidos y que preanunciaban lo que sería crudamente expresado en forma oficial después del 11 de septiembre de 2001.

En el trabajo de González-Torres el devenir social y político se articula con acontecimientos relevantes de su vida privada. En 1987, concibe las primeras obras realizadas con rompecabezas, donde trabaja a partir de imágenes tomadas de artículos de los diarios y posteriormente también de fotografías personales. Cuando Ross Laycok -su compañero durante mucho tiempo- muere de sida en 1991, Félix comienza a fotografiar y ampliar secciones de las cartas que éste le había enviado.
Un elemento sustancial y común que  atraviesa con distintas intensidades las obras de González-Torres es la idea de amor, o una idea específica de amor.  Sobre ella se apoya gran parte  del trabajo del artista y constituye la directriz de la muestra. Amor entendido como una constelación de emociones y experiencias vinculadas a una afección profunda, al cuidado y al sentimiento de intensa atracción por otro, pero también como su contracara, como dolor por la ausencia o la pérdida del  objeto amado. No se trata de un mensaje amoroso que se derrama indiscriminadamente sobre la humanidad, sino que el objeto de amor  es siempre determinado y específico: sus seres queridos, sus parejas, sus amigos y determinados miembros de grupos sociales marginales. . 'Cuando la gente me pregunta, ‘¿Quién es tu público?’ Digo honestamente, sin perder el ritmo, ‘Ross’. El público era Ross. El resto de la gente sólo viene a ver  la obra”.2

González-Torres se opone a la dramaticidad de los temas que trata, una obra cargada de lirismo, cuidadosa y valiente en la que demuestra que es posible introducir el sentimentalismo en el arte contemporáneo, idea asociada generalmente a la emoción fraudulenta y la manipulación afectiva. Demuestra también, que es posible propagar un discurso claramente político sin sacrificar la sutileza y la belleza en una obra.

Texto tomado del sitio del MUAC

Fecha de publicación: 27.02.2010